Las dos sombras entraron en la casa por una trampilla oculta tras un seto.
Jesús se sentía más nervioso que en anteriores ocasiones mientras se acercaba al lugar donde debía estar Esti atada.
Al ir a liberarla se encontraron con una desagradable sorpresa... un cuerpo desconocido, más grande de lo que cabía esperar de la secuestrada, sin darles tiempo a reaccionar, les redujo, y les esposó. Encendió su linterna dejando ver su cara de rabia y enfado...

- Te lo podemos explicar todo, seguro que lo entiendes.
- Os escucharé atentamente… ¿Por qué habéis secuestrado a mi hija?
- La intención nuestra no era hacer daño a nadie, era un asunto de negocios...
Mientras Juan y Jesús intentaban arreglar lo imposible, aparecieron los demás.
- ¡Ay hermanito! en que lió te has metido, ¿cómo se te ocurre secuestrar a una pobre chavala, para conseguir que tus planes salgan adelante? – Preguntó Miguel a su hermano.
- Es que, es que... pues no, no que... que… quería, lo… lo siento, quería ganar mucha pasta…, pero ya pensaba invertir algo de ese dinero para vosotros... – trató de justificarse Juan.
- Yo confiaba en ti, pensaba que eras una buena persona, nunca me habría imaginado que podrías llegar a hasta estos extremos de avaricia y maldad – le reprochó su madre.
- Y... ¿que negocio era ese tan productivo que dices? – intervino Pepe.
Tras estas palabras hubo un silencio, en el cual los dos socios se miraron y comprendieron que la habían pifiado, y que seguramente pasarían unos cuantos años en la cárcel, motivo por el cual, Jesús quiso explicar todo...
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