domingo, 21 de marzo de 2010

CAPITULO IV

Quedaron los cuatro amigos en la estación para ir a Gernika con la intención de ayudar a Nati en el arreglo de su casa. Sabrina aprovechó los momentos de espera para contarles la charla que tuvo con Nati:
- El otro día hable con Nati y le comente que si ella quería podríamos ir a su casa para hacer unos arreglillos...
- ¿Y que te dijo? – preguntó Iker.
- Se puso muy contenta porque dijo que no tenía mucho dinero y que aceptaría encantada si no era mucha molestia para nosotros.

Los chicos al oír las palabras de Sabrina estallaron de alegría con la mente puesta en como poder arreglar la casa de Nati. Cuando solo quedaban dos minutos para la salida del autobús apareció Esti sofocada y a todo correr, pensando que no llegaba a tiempo:
- Por culpa de mi padre casi no llego a tiempo... encima creo que sospecha algo... habrá que estar ojo avizor... ¡correr que perdemos el bus!

Llegaron por los pelos y una vez dentro contaron como habían engañado a sus padres para ir a ayudar a Nati. El primero fue Iker...
- Yo les dije que íbamos a Laredo de camping y les pareció genial...
- ¿Pero que dices? – Pregunto Sabrina.
- ¿Cómo que a Laredo? – Se sorprendió Pablo.
- Pero... ¿no te acuerdas que dijimos que iríamos a Castro? – Le preguntó Esti a Iker.
- ¡Que despiste!
- Como se entere mi padre... se nos cae el pelo – dijo Esti.
- No os preocupéis que le llamo a mi madre y lo arreglo.
- Pues ya estas llamando... – le emplazó Pablo a Iker – y tu padre Esti ¿por qué crees que sospecha?
- Porque no me dejaba tranquila, todo el rato preguntándome... y tengo la sensación de que se huele algo... ¡Ojalá me equivoque!
- Esperemos que no decida hacer una visita por el camping... – comento Sabrina.

Continuaron charlando durante el viaje, riéndose, jugando a las cartas, y esas cosas que se hacen en el autobús para pasar el tiempo, y como siempre, Iker se durmió.
La cuadrilla se sentía un poco nerviosa pero con muchas ganas de llegar para ver a Nati y conocer a Miguel, para poder ayudar en todo lo que pudiera.
Después de media hora de viaje llegaron a la estación de Gernika, donde les estaban esperando Nati y Miguel.
El recibimiento de éstos fue muy caluroso y afectivo, los chicos se pusieron muy contentos. Nati les presentó a su hijo Miguel y se dirigieron a su casa mientras hablaban de sus cosas.

Justo cuando llegaron a la casa apareció un hombre alto, de una edad rondando los cincuenta, muy elegante con aspecto de hombre de negocios y se dirigió directamente a Nati, como si le conociera de toda la vida. Nati se quedo sorprendida por la aparición de este hombre y quiso saber quién era y cuáles eran sus intenciones.
- Hola buenas ¿quien es usted?
- Me llamo Jesús Muñoz. Soy constructor y vengo a interesarme por su casa.
- ¿Y que le interesa a usted de mi casa?
- Yo conozco a tu hijo Juan desde hace muchos años, y me dijo que tal vez, si la oferta es buena, querrías vender la casa.
- Pues llegas tarde porque estos chicos tan majos han venido para ayudarme a restaurarla.
- Pues que suerte querida Nati... estoy seguro de que estos chicos lo harán muy bien. De todas formas, no te negaras a ver mi suculenta oferta... con muchos ceros...
- Enséñamela, pero es muy difícil que cambie de opinión.

Jesús mostró el cheque del dinero que estaba dispuesto a pagar por la casa. Nati se quedo sorprendida porque nunca había visto tantos ceros en un cheque y no se podía imaginar que su casa valiera tanto, pero aun así rechazo la oferta de Jesús. Este al ver la reacción de Nati decidió irse, pero en su interior pensaba que esto no iba a acabar así.
Al irse el constructor decidieron entrar en la casa para cenar e irse pronto a la cama, y así descansar para la dura jornada de trabajo del día siguiente.

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