Nuestro
protagonista lleva trabajando en el centro espacial de la NASA en Houston ya diez años. Consiguió su puesto gracias a una recomendación de un amigo
suyo. El amigo informó a la NASA acerca de Pedro, diciendo que tenía mucho
talento y muchos conocimientos respecto
a una forma de vida nueva que se estaba desarrollando en la luna debido
al cambio climático.
Los
colaboradores de la agencia espacial, después de estudiar los informes que le
había mandado su amigo Javier, y ver que podrían ser interesantes, se reunieron
con él en la NASA.
Pedro
llevaba todos los documentos en un Pen drive, en el cual estaban todas sus investigaciones.
Los astronautas pensaron
que Pedro era otro de los muchos chalados que iban y enseñaban videos e
imágenes de extraterrestres y Ovnis. Sin embargo, tuvieron que reconocer su mérito y que el que
calla otorga. Pedro tenía razón y sabía muchas cosas sobre el planeta exterior.
Pedro preguntó si le
podrían financiar un viaje a la luna para corroborar sus creencias, pero la
NASA no dio su visto bueno ya que eso era un proyecto muy caro y ahora todas
las inversiones se estaban realizando para viajar a Marte (en el año 2030). Aun
así, Pedro no se rindió y dijo que lo de Marte estaba muy bien, pero si lo suyo
tenía éxito la agencia tendría mucha publicidad y fama y por lo tanto, tendrían
más dinero para otras misiones.
“Pues si eso es lo que
quieres, no te preocupes, en un par de meses te prepararemos una misión
tripulada a la luna, y veremos quién ríe el último”, le dijo el astronauta más
veterano.
Tras duros entrenamientos
para aguantar la atmosfera espacial en los más sofisticados gimnasios de la
nasa, por fin llego el gran día. Nuestro astronauta estaba muy nervioso, pero a
la vez ilusionado por demostrar que sus investigaciones eran correctas.
La nave espacial partió
hacia la luna a primera hora de la mañana y despegó sin ningún problema. El
viaje duro aproximadamente cuatro días, durante los cuales Pedro estuvo
estudiando sus apuntes para no perder ni un segundo al aterrizar.
En la NASA le habían dicho
que tenía víveres y oxigeno suficiente para dos meses y si no encontraba nada
al finalizar ese periodo tendría que volver a la tierra.
Los primeros días los
dedico a preparar su base, done realizaría sus estudios y fotografías.
Luego se dedicó a preparar
un sito que fuese apropiado para vivir, y una vez terminado, ya estaba listo para
empezar a buscar a su criatura misteriosa. Todo esto le costó medio mes, pero
finalmente ya estaba preparado para ver si lo observado por sus microscopios de
alta definición cuando estaba en tierra, era vida animal.
Los primeros días salía a
primera hora del día en busca del ser que creía que habitaba en la luna, pero
por mucho que buscaba y muchos paseos que se daba, no encontraba nada. Hasta que un día, al pasar por un lugar
que había visto miles de veces, descubrió algo nuevo: un océano de agua en la
luna. En el momento pensó que estaba viendo alucinaciones como ocurre en el
desierto, y que no era posible que hubiese agua en la luna. Pero cuando se
acercó a ver si en verdad era agua o no, se quedó todavía más petrificado: sus sospechas
se hicieron realidad. Se aproximó para verlo de cerca, y era un animal de carne
y hueso, un mapache en la luna. Al instante, estalló de alegría. No pudo
mantener sus llantos de emoción.
Lo siguió sigilosamente
hasta una especie de cueva donde posiblemente viviría el animal, entró con
cautela, y cuando vio lo que había allí alucinó: en su interior habitaba toda
una tribu de mapaches que no se percataron de la presencia del humano.
Inmediatamente, hizo unas fotos con un dispositivo que la habían dejado y
volvió a la capsula espacial para enviárselas a sus compañeros en Houston.
Al momento, recibió una contestación sorprendente: los astronautas activaron un
dispositivo de visión termal y encontraron el animal junto con más componentes
de su tribu. Como tenía unos días más de
margen para volver a tierra, le mandaron hacer una recopilación de fotos
de los integrantes de la tribu, y explorar el océano que había en la luna. Pedro dijo que lo haría encantado. Tras
concluir todo, Pedro inició los preparativos del viaje de vuelta, y en dos
meses ya estaba de vuelta en la NASA. Llevaba debajo del brazo la afirmación de
que su expedición había sido un éxito y que todo lo que había descubierto en la
luna era verdad. Esta historia finaliza con el astronauta muy contento por el reconocimiento
de sus compañeros, que desde ese día ya no le mirarían con los mismos ojos que
antes. Y con un aumento del sueldo bien merecido.
AUTOR:Fernando Tolivar
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