Al día siguiente, Sabrina llamó a Pablo para que avisaran a toda la cuadrilla, para hablar sobre la conversación que tuvo con Nati. Para ello le propuso que se reunieran en el bar Puntazo, Pablo aceptó encantado y después de despedirse de su amiga decidió llamar al resto.
A eso de las siete empezaron a llegar los cuatro amigos: Sabrina, Esti, Pablo e Iker, que tenía la tarde libre por haber trabajado bien durante toda la semana. Se sentaron todos y empezaron a hablar de sus cosas, pero de repente Sabrina se acordó de una noticia muy importante que tenía que contar a sus amigos:
- ¿Sabéis quién me llamó ayer? ¡Nati! La señora tan amable que conocimos en Gernika.
- Y ¿que es de su vida? – preguntó Esti.
- Pues la pobre mujer está pasando una mala temporada a causa de sus hijos.
- Y ¿por qué? – preguntó Pablo.
- Sus hijos, que le dan mucha guerra y entre ellos Miguel, que se ha divorciado y además hay un constructor que quiere comprar su casa.
- ¿Y dónde va a vivir ella? – Preguntó de nuevo Pablo.
- No lo sabe muy bien, ha sido todo muy repentino. Le pregunté por qué no arreglaba la casa y me dijo que no tenía dinero...
- ¿Por qué no le ayudamos nosotros que no le vamos a pedir ningún dinero a cambio?
- Yo ya le comenté la idea ¡pero no quiso! Creo que era por no molestarnos... – explicó Sabrina.
- Pero que cosa, ¿por qué va a ser molestia para nosotros? Al contrario, lo haríamos encantados, y además mi padre es albañil y me ha enseñado algunas cosillas básicas – Contestó Iker.
- ¡Perfecto! ¡Que buena idea has tenido! – dijo Sabrina.
- Tendremos que hablar con ella antes de hacer planes.
- Creo que aceptará porque le gusta mucho su casa y no tiene ninguna gana de cambiar de domicilio – dijo Sabrina.
- Pues entonces tendremos que comunicarle que estamos dispuestos a ayudarle en todo lo que podamos.
- ¿Qué vamos a decir en casa? – preguntó oportunamente Esti.
- Pues digamos la verdad – sugirió Sabrina.
- Eso no es muy buena idea, seguro que a mi no me dejan – dijo Pablo.
- Entonces tendremos que inventarnos alguna buena trola...
- Eso no, que como se entere mi padre se me cae el pelo... – dijo Esti – y a vosotros también...
- No será para tanto, y si se enteran le dices que es por nuestra culpa – le propuso Iker.
- Y ¿qué nos vamos a inventar? – preguntó Esti.
- ¡Que nos vamos una semana de vacaciones!
- ¿Dónde les decimos que vamos?
- Pues... a Castro. – Propuso Pablo.
- Podemos decir que nos vamos una semana al camping de Castro y nos vamos a Gernika a ayudar a Nati – resumió Sabrina.
- Pero primero habrá que llamar a Nati para saber si acepta nuestra ayuda y así poder planearlo todo.
Se despidieron todos pensando como podían contarles la mentira a sus padres para que les dejaran ir.
A eso de las siete empezaron a llegar los cuatro amigos: Sabrina, Esti, Pablo e Iker, que tenía la tarde libre por haber trabajado bien durante toda la semana. Se sentaron todos y empezaron a hablar de sus cosas, pero de repente Sabrina se acordó de una noticia muy importante que tenía que contar a sus amigos:
- ¿Sabéis quién me llamó ayer? ¡Nati! La señora tan amable que conocimos en Gernika.
- Y ¿que es de su vida? – preguntó Esti.
- Pues la pobre mujer está pasando una mala temporada a causa de sus hijos.
- Y ¿por qué? – preguntó Pablo.
- Sus hijos, que le dan mucha guerra y entre ellos Miguel, que se ha divorciado y además hay un constructor que quiere comprar su casa.
- ¿Y dónde va a vivir ella? – Preguntó de nuevo Pablo.
- No lo sabe muy bien, ha sido todo muy repentino. Le pregunté por qué no arreglaba la casa y me dijo que no tenía dinero...
- ¿Por qué no le ayudamos nosotros que no le vamos a pedir ningún dinero a cambio?
- Yo ya le comenté la idea ¡pero no quiso! Creo que era por no molestarnos... – explicó Sabrina.
- Pero que cosa, ¿por qué va a ser molestia para nosotros? Al contrario, lo haríamos encantados, y además mi padre es albañil y me ha enseñado algunas cosillas básicas – Contestó Iker.
- ¡Perfecto! ¡Que buena idea has tenido! – dijo Sabrina.
- Tendremos que hablar con ella antes de hacer planes.
- Creo que aceptará porque le gusta mucho su casa y no tiene ninguna gana de cambiar de domicilio – dijo Sabrina.
- Pues entonces tendremos que comunicarle que estamos dispuestos a ayudarle en todo lo que podamos.

- ¿Qué vamos a decir en casa? – preguntó oportunamente Esti.
- Pues digamos la verdad – sugirió Sabrina.
- Eso no es muy buena idea, seguro que a mi no me dejan – dijo Pablo.
- Entonces tendremos que inventarnos alguna buena trola...
- Eso no, que como se entere mi padre se me cae el pelo... – dijo Esti – y a vosotros también...
- No será para tanto, y si se enteran le dices que es por nuestra culpa – le propuso Iker.
- Y ¿qué nos vamos a inventar? – preguntó Esti.
- ¡Que nos vamos una semana de vacaciones!
- ¿Dónde les decimos que vamos?
- Pues... a Castro. – Propuso Pablo.
- Podemos decir que nos vamos una semana al camping de Castro y nos vamos a Gernika a ayudar a Nati – resumió Sabrina.
- Pero primero habrá que llamar a Nati para saber si acepta nuestra ayuda y así poder planearlo todo.
Se despidieron todos pensando como podían contarles la mentira a sus padres para que les dejaran ir.
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