domingo, 28 de febrero de 2010

CAPITULO I

El día después del torneo, Sabrina estaba en su casa tranquilamente leyendo una revista, cuando de repente le sonó el móvil. Al coger el teléfono vio que era Nati, la mujer que conocieron en Gernika cuando fueron a ver la casa que creían estaba abandonada...
- ¡Que sorpresa Nati! ¿Cómo estas? Tenía muchas ganas de hablar contigo.- Contestó Sabrina emocionada.
- ¡Que alegría escuchar tu voz! ¿Cómo están tus otros amigos?
- Siguen bien, con sus trabajos y sus estudios...
- Me alegro mucho por ellos, parecen buenos chicos...
- Y por lo demás... ¿tu que tal estás?
- Bueno, voy tirando...
- ¿Qué te pasa? ... te noto la voz un poco triste...
- Estoy pasando unos días muy malos.
- ¿Por qué? ¿Qué te ha sucedido?
- Estos hijos míos que no dan más que disgustos a mi pobre corazón... Es que mi hijo Miguel se va divorciar... ¡ay! No se lo que va a suceder con nosotros...
- ¡Vaya sorpresa! y ¿cómo así se divorcian?
- ¡Ay!... que el amor no es para siempre, y además, esa mujer no le convenía nada a mi hijo, porque cada vez le veía mas triste y ella siempre estaba sacándole los cuartos y sin atender a sus obligaciones.
- ¿Y como lleva el tema tu hijo?
- insostenible.
- Y ¿tu como te sientes?
- Pues disgustada... ¿pero que le voy a hacer? Es su decisión...
- Y a partir de ahora ¿dónde piensas que vivirá Miguel?
- No lo sé, tendrá que pensarlo, todavía está muy reciente.
- ¿Por qué no decide vivir contigo?
- ¡Uf! No sabes lo que dices... ésta casa está muy vieja y tendríamos que hacer muchos arreglos para poder vivir los dos juntos.
- Y ¿por qué no la arregláis?
- Si tuviera dinero no tendría la casa así... además he oído que hay personas que están muy interesadas en los terrenos de esta casa.
- y ¿por qué no preguntas a tus hijos que opinan?
- Si supiera dónde están estos pingos... ya me habría puesto en contacto con ellos, pero nunca se acuerdan de su madre.
- ¿Miguel no sabe dónde puede localizarles?
- Creo que podría encontrar su número de teléfono y así poder reunirnos y poder hablar de nuestra situación.
- Bueno, tú ya sabes que a nosotros no nos importaría ayudarte a arreglar la casa y además el padre de Iker es albañil, y nuestro amigo sabe algo del tema, aunque sea un poco patoso.
- Yo estaría encantada, pero sí no es ninguna molestia para vosotros y a ver que opinan mis hijos...

Continuaron un ratito charlando hasta que se despidieron y continuaron cada una con sus cosas.

No hay comentarios: