Esta
es la historia del joven Mohamed, un muchacho muy emprendedor, ambicioso y
trabajador.
Nuestro
protagonista tiene veinte años, nació en Túnez
y vivió y trabajo con sus padres en el negocio familiar, en un puesto de kebabs. Un día decidió cambiar de
aires y abandonar el negocio familiar, formar su propio emporio y crear un
nuevo tipo de kebabs gracias a su gran visión de comerciante.
Su
gran idea para hacerse rico y famoso era la siguiente: hacer kebab con sabor a
tulipanes. Para ello, viajaría a Holanda donde crearía su primer puesto que con
suerte se extendería por todo el mundo, como las grandes franquicias de
Coca-Cola o McDonald’s.
Pero
tenía un gran problema para llevar a cabo su proyecto: el económico, pues Mohamed
a su edad no tenia dinero para trasladarse a Holanda y montar su empresa. Sus
padres, por muy bien que les parecía la idea no podían darle la gran cantidad
de dinero que necesitaba.
El
chico se desmoralizó y todos sus proyectos se fueron al traste. Pero una tarde
tuvo la suerte de que un tío suyo millonario gracias a negocios en Ámsterdam de
Coffee Shops, estaba buscando una forma
de invertir su dinero y escuchó toda la conversación.
El
tío les dijo a sus padres que pagaría todos los gastos y le ayudaría a instalarse
en la ciudad. También, le buscaría un local donde empezar el negocio. Los
padres se sorprendieron de su generosidad, y aunque siempre habían intuido que
él era su preferido, no pensaban que su esplendidez
llegaría hasta tal punto. El joven y sus padres se negaron a aceptar tanto
dinero, pero él insistió y dijo que estaba todo decidido y que se fuesen
haciendo a la idea de que en menos que canta un gallo tendrían a un hijo muy
famoso. Además, tenía la corazonada de que todo iba a salir bien porque Mohamed
tenía mucho talento y era buen cocinero.
Sin embargo, la sorpresa no acabaría aquí, pues su tío le regalaría uno de sus
grandes terrenos de tulipanes para que
no tuviera que invertir en materia prima y le compraría un local modesto en la
ciudad para poder empezar con algo. Los padres y el hijo estallaron de alegría
y le dieron las gracias al tío por todo.
Tras
unos meses de preparación, el viaje se realizó en la estación de primavera que
es cuando florecen los tulipanes y se pueden aprovechar. El trayecto duró dos
horas y para pasar el vuelo más ameno llevó un ebook, con el que estuvo entretenido todo el viaje leyendo curiosidades
de Holanda.
Al
llegar, su tío le llevó hasta su casa para dejar las maletas, después fueron a
cenar y brindaron por el futuro. Poco después, se fueron a dormir, ya que al
día siguiente tendrían que hacer muchas cosas.
A la
mañana siguiente se levantaron pronto para no perder tiempo y empezar a
trabajar lo antes posible. El tío le llevó al local que le había preparado. Estaba
en un rincón de la ciudad cercano al museo Van Gogh porque su tío es un gran
comerciante y el puesto estaba elegido estratégicamente para que los turistas
al salir del museo viesen el local, les llamase la atención y entrasen a ver
qué tal es.
Al entrar
en el local Mohamed se quedó boca abierto, ya que el local estaba perfecto. El
joven nunca había visto antes este tipo de maquinaria que le había conseguido
su tío, por lo que quedó patidifuso.
En
el local ya tenía toda la materia prima: kilos de
tulipanes de unos campos que estaban a las afueras de la ciudad, maquinarias muy innovadoras para disminuir la
mano de obra y así ahorrar dinero, como drones que estaban entrenados para
hacer todas las tareas (cocinar, atender a los clientes y pagar la cuenta).
Mohamed
aprendió rápidamente a usar las máquinas y ya estaba dispuesto inaugurar el
local al día siguiente, pero necesitaba cubiertos. Entonces estuvo toda la
tarde comprándolos: compró tenedores, platos y cuchillos. Cuando terminó, fue a
la calle a pegar carteles para avisar de que la inauguración se produciría a la
mañana siguiente. Como el local tenía una habitación para él con una cama,
decidió irse a dormir, ya que el día siguiente tendría mucho trabajo.
Nuestro
amigo casi no pudo pegar ojo en toda la noche, pero se despertó muy esperanzado
por lo que pasaría en el “Kebab Holandés”, que fue el nombre que le había
puesto a su negocio.
Al
levantar las persianas de su cuarto se quedó alucinado: en la calle había una
cola que daba la vuelta a la manzana. Se cambió y sin apenas desayunar abrió la
puerta y entro toda la gente que estaba apelotonada. Cuando entraron todos los
clientes les dijo que estaba encantado del buen recibimiento y que les
atenderían a todos con mucha amabilidad y que por favor tuvieran paciencia
porque era el primer día e igual tardaba un poco en servir.
Pero
todo salió a pedir de boca, y no paro en todo el día de servir comida a los
clientes y tuvo un gran éxito, e hizo una gran caja el primer día. Cuando ya
estaba a punto de cerrar el restaurante e irse a dormir después del duro día de
trabajo, recibió una agradable sorpresa: era su tío. El joven se puso muy
contento y le dijo que qué hacía aquí, a lo que él contesto que se había hecho
tan famoso que hasta había salido en las noticias y quería verlo con sus
propios ojos.
“Pues
sí, parece que ha tenido éxito mi idea, pero de no ser por tu ayuda no habría sido
posible” enunció Mohamed. El tío le dijo que él no había hecho nada y que debía
atribuir su éxito a su gran talento. Le dio la enhorabuena y le dijo que había
conseguido realizar su sueño- Ambos se dieron un emotivo abrazo y se fueron a
dormir, porque a la mañana siguiente el trabajo no pararía.
Y a
partir de ahora el Kebab Holandés sería un sito de referencia para los turistas
igual de importante que los museos, el barrio rojo, la casa de Ana Frank y los
canales.
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