La llamada no duró más de cinco minutos y acordaron un anticipo de parte del dinero, alegando un imprevisto y así no levantar sospechas. Jesús al oír eso aceptó encantado frotándose las manos, pensando que su engaño había salido tal y cómo lo había planeado.
Tras la charla que mantuvieron con Jesús decidieron llamar al padre de Esti, para ponerle al tanto de la situación y pedirle ayuda, ya que él tendría más experiencia en estos casos y sabría mejor cómo manejarse.
Una vez hubieron hablado con el padre de Esti, el nerviosismo que tenían fue bajando poco a poco, dejando hueco para el hambre. Así que Nati preparó una deliciosa tortilla de patatas que recibieron todos con gran satisfacción y apetito.
Degustaron con ganas la cena todos salvo Esti, porque sabía
Una vez que dieron las diez de la noche, acompañaron a Esti por los pasadizos hasta el agujero dónde la dejaron atada tal y como la habían encontrado esa misma tarde. Esti no quería de ningún modo volver a la escena del secuestro, ya que había pasado mucho miedo, angustia, y lo más duro para ella, la sensación de claustrofobia. De todas formas, las palabras de su padre le habían tranquilizado porque sabía que lo qué querían era sólo la casa, y que a ella no le iban a hacer ningún daño.
Nati, Miguel, Sabrina y sus amigos, después de dejar a Esti, decidieron apagar las luces para no levantar sospechas y se fueron a la cama, nerviosos por lo que pudiera suceder durante la noche.
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