domingo, 9 de mayo de 2010

CAPITULO VIII (1ª parte)

Tras el enfado de Miguel el ambiente se había caldeado bastante, pero poco a poco se fue suavizando sin desaparecer de todo la preocupación por la ausencia de Esti.
Sin perder un minuto empezaron a buscar a Esti con mayor detenimiento.
Nati seguía muy preocupada por el asunto llorando desconsolada en el salón.

Con gran preocupación Miguel subió de nuevo al cuarto de Esti con los cinco sentidos puestos en encontrar una pista que le diese un hilo de esperanza en la búsqueda de la chica.

Después de haber revuelto todo sin éxito decide bajar y reunirse con los chavales para poner orden y organizar la búsqueda.

- Ya que no puedo llamar a la policía por lo que vosotros ya sabéis intentemos buscar alguna cosa que nos ayude como alguna pertenencia suya.

Tal y como mandó Miguel se pusieron todos manos a la obra buscando a Esti y cualquier otra cosa que pudiera ser sospechosa y útil para encontrar a la chica.
Cuando todos estaban inmersos en la acelerada e infructuosa búsqueda sonó el timbre.

Miguel al ser el que estaba más cerca de la puerta se acercó a abrir, y al ver quién era se quedó totalmente sorprendido...
- ¡Dichos los ojos que te ven! Hay que ver cuanto has cambiado desde la última vez...
- Yo también te veo muy cambiado hermanito. – era Juan el hermano mayor de Miguel.
- ¿Qué tal te va la vida? Tengo entendido que soy tío…
- ¡Ya lo siento!... ya sabes que tengo una vida muy ocupada y no tengo tiempo para hacer nada... – se justificó Juan.
- Si, ya sabemos un poquito a que te refieres...
- ¡Pero no seas tan malo! Ya te he contado mi situación y deberías entenderme, yo tengo que mantener un negocio y una familia…
- ... y nosotros... ¿no somos tu familia?
- Si, Miguel, pero ya sabes a lo que me refiero…
- Por cierto, ¿qué tal esta tu mujercita querida?
- Ya no tengo mujercita querida hace un mes que nos separamos.
- Ya lo siento...

Desde la cocina sin enterase mucho de lo que pasaba Nati reconoció la voz de su hijo mediano yendo al instante a su encuentro, con lágrimas en los ojos a pesar de lo mucho que le había hecho sufrir durante estos últimos años.

- ¡Ay! Hijo mío ¡que alergia!, ¡Cuanto tiempo sin verte! – dijo Nati mientras abrazaba a su hijo.
- Ya lo siento querida madre. Soy un hombre muy ocupado, ya vendré un día con mi mujer y mi hijo Juaníto de seis años. – Contestó Juan.
- ¡Seis años!... y no has sido capaz de enviarme una foto y tampoco tráemelo para poder conocer a mi único nieto. – Dijo Nati con tono de reproche.
- Tenía intención de mandarte una foto pero no sabia si habías cambiado de dirección.
- Pero... ¿como puedes tener tanto morro? – interrumpió Miguel.
- ¡Anda! déjame en paz, que no he venido a hablar contigo. Mama, dile a éste a ver si podemos hablar un rato a solas.

No hay comentarios: