viernes, 19 de octubre de 2012

EL MOTERO LOCO Y LA ABUELITA PLASTA

El motero loco tenía muchas ganas de aventuras, porque hacía un dìa soleado y muy caluroso, entonces no perdió ni un solo minuto, cogió su burra, el casco con dibujos de calaveras, y su chupa de cuero, y fue a surcar el aire con ella, pero como el motero loco era un poco ludópata y le gustaba jugarse la tela en las tragaperras tanto como motar en moto, al pasar por un salón de juegos y ver como se iluminaban las luces no pudo vencer la tentaciòn de entrar.

La maquina tragaperras favorita del motero, era la de los barcos, la cual tenía dominada de tantas horas  que metía en ella, cuando ya estaba desesperado y cansado de perder dinero y que no le tocara nada, su suerte cambió, la maquina en la que estaba jugando se empezo a iluminar, indicando que había consegido el premio gordo, la alegría del motero fue muy intensa pensando que con el dinero que iba a ganar le llegaría para poderse tomar unos cuantos cacharros en el bar de enfrente, pero el pobre motero, cuando vió lo que le habìa tocado, casi destroza la maquina a patadas, el premio era una navaja de gitanillo.

Lleno de ira, salió del local dando una patada ninja a la pueta, partiendose casi los pies,  pero con su nueva navaja en su bolsillo.

Como el motero loco estaba enfurecido por la porquería de premio que la habìa tocado, decidió ir al parque a tirar unas cuantas piedras a las palomas y utilzar su nuevo jugete para rajarlas vivas.

Cuando llegó se encontró con el ambiente típico de un parque, niños  jugando a los columpios, madres dando de merendar a sus hijos, y madres cotilleando sobre sus cosas del día a día, pero en cuanto vió a una abuelita plasta  dando de comer a las palomas, y dándole la lata diciéndole que como un chico tan majo como el, andaba solo por el parque sin ninguna compañía, se le cruzó el cable pesando que la abuelita quería ligar con el, y entonces le sacó la navaja diciéndole, que no quería nada con viejas feas y plastas, la abuelita asutada, como medida extrema metiò la mano en su bolso y sacò un objeto que jamas había visto, era una daga Aimara que la abuelita empuño comvirtiendo al motero loco en una mosca  que sin piedad aplastó con sus zapatos de tacones. AUTOR:Feranano Tolivar

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